Os propongo un ejercicio de imaginación. Vamos a imaginar que tenemos bajo nuestro cargo a un sujeto, para más señas, un suicida. Imaginemos también que el sujeto en cuestión ha intentado quitarse la vida (obviamente sin éxito) en más de una ocasión. Imaginemos ahora que le dejamos a solas en una habitación en la que una soga que cuelga del techo, una silla, una cuchilla de afeitar, un revólver y una caja de tranquilizantes. ¿Qué creéis que pasará?
Pues eso mismo es lo que pasa si permites que salga de la cárcel un individuo que se ha fugado en varias ocasiones (burlando a los policías que le custodiaban) y no le vigilas. Una cosa es que sea un personajillo de mal gusto y otra que sea tonto.
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